lunes, 12 de diciembre de 2011

DELIRIOS KIWIS

PÁGINA TWO

Mi plan era viajar a Auckland para perfeccionar mi inglés. Cuando un español dice que se va al extranjero a ‘perfeccionar su inglés’ realmente quiere decir: “Soy torpe como una mula y no aprendo este idioma ni aunque lleve estudiándolo desde preescolar, así que mi única opción es vivir en un país de habla inglesa”. La verdad es que yo no tenía ni idea de este idioma. Mi hermana estuvo durante varios años viviendo en Londres y cada vez que iba a verla y entrábamos en un pub en vez de cervezas (beer) pedía osos (bear). Nunca aprendí a pronunciar la palabra por más que a mi hermana le hiciera gracia que siempre fuera a pedir yo a la barra. Aprendí a decir two Foster. Por si acaso me volvía a ocurrir algo parecido, me molesté en memorizar la corta frase que más utilizaría en Nueva Zelanda, kahore ahaue mohio ana ki to korero, que en maorí significa ‘no te entiendo’. 

Para viajar al país de los helechos, de los All Blacks y de la America’s Cup tan sólo necesitaba dos cosas. Ganas de aguantar un viaje de más de 30 horas y dinero. Para ahorrarme lo segundo pensé que cavar un túnel desde un punto estratégico de la geografía española, por ejemplo Cuenca, directamente hasta Auckland me ahorraría el billete de avión. Tan pronto como lo pensé lo descarté por creer que se trataba de una locura. Y es que si era cierto que el infierno se encontraba en el centro de la tierra tendría que pasar por allí disimulando para no tener que saludar a mucha gente conocida. Así que una vez que había decidido que iría en avión comencé a buscar por internet la aerolínea más barata y fiable, por supuesto ya tenía algunas descartadas antes de que empezara a navegar. Finalmente encontré una compañía árabe que hacía escala en Dubai y posteriormente en Brisbane hasta que llegaba a Auckland, así, durante mi viaje no sólo sufriría por no tener ni idea de inglés sino que también tendría la posibilidad de escuchar árabe, otro idioma que manejaba con las misma destreza. 

A pesar de este inconveniente, las ganas de largarme de Mordor iban cada día en aumento. Había estado durante meses intentando ahorrar el poco dinero que tenía para no tener que privarme de nada en mi viaje-huida. Llevaba ya casi medio año desempleada desde que mis jefes decidieron cerrar el periódico en el que estuve trabajando durante nueve años. El PSOE perdió su cortijo manchego después de estar al frente de él durante más de 20 años y a mis pobres jefes les fueron mal sus negocios familiares, sus constructoras, sus bodegas, su aeropuerto privado, su equipo de balonmano, sus investigaciones anticorrupción… sus cosas sin importancia. Desde que nació el periódico habían chupado del Gobierno regional que era socialista, de la Diputación provincial que era socialista, de la Caja de Ahorros, que dejaron sin dinero socialista, y de la noche a la mañana había vencido el PP. 

Ni siquiera hicieron ademán de disimular y el mismo día de las elecciones autonómicas, una vez confirmada la derrota del PSOE, nos avisaron que pondrían en marcha un ERE por ‘causas económicas‘. Desde ese día, los compañeros que habían peloteado durante años a los jefecillos se afanaron en hacerlo más todavía por si se acordaban de ellos en un futuro y los que nunca lo habíamos hecho comenzamos a ser unos apestados. Gracias a los cobistas de mis compañeros y a su hábil negociación nuestros jefes nos pagaron 12 días por año trabajado en vez de los 45 que nos correspondían. Tan sólo un compañero y yo osamos a denunciar la situación y conseguimos ganar un poco más de dinero que el resto de la plantilla, aunque tampoco fue para tirar cohetes.


(Continuará en la página three or tree?)



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